domingo, 15 de marzo de 2015

Colombia: “Por exigir respeto a sus derechos mi marido lucha ahora contra la muerte”

Carlos Ossa Trejos, secretario de Asuntos Laborales de la seccional Sintrainagro La Virginia, continúa debatiéndose entre la vida y la muerte tras la brutal represión del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) contra cientos de corteros de caña del Ingenio Risaralda en huelga pacífica. Su esposa asegura que su única culpa fue haber exigido el respeto de sus derechos. 

Luz Omaira Zapata se asoma a la puerta de su casa, en la ciudad de Anserma, departamento de Caldas. Saluda con una sonrisa débil, respira hondo y me invita a entrar. Se sienta lentamente en un sofá, mientras sus dos hijas y su nieta de siete años se retiran detrás de una cortina que separa la cocina de la pequeña sala.

Afuera, por la calle empinada pavimentada de piedras irregulares, siguen llegando los colegas y amigos de Carlos. “Los compañeros del sindicato no nos han dejado un solo instante. Son personas maravillosas y su apoyo ha sido fundamental en estos momentos tan difíciles”, dice Luz Omaira.
Carlos Ossa estaba durmiendo cuando, a las 4 de la mañana del 3 de marzo, efectivos del ESMAD atacaron con violencia el campamento de los corteros en huelga. Comenzaron a golpearlo. Varios testigos dicen haberle visto levantar las manos para defenderse, mientras le disparaban una bomba lacrimógena a quemarropa.

El impacto en su rostro fue devastador. No contentos, arremetieron contra él a patadas y golpes, y con machetes  le propinaron varias heridas, una de ellas muy profunda en la cabeza. Los médicos del hospital de Pereira no saben si podrá vivir, sin embargo su esposa está firmemente convencida de que volverá a casa.

“Defendía sus derechos”
Sangre derramada no será en vano

Con voz suave, pero llena de firmeza, Luz Omaira habla de su marido, de sus sueños, de su contagiosa vitalidad, del firme convencimiento de que esta lucha por la dignificación del trabajo y del salario era justa y necesaria.

“Siempre ha sido una persona pacífica, pero firme en sus convicciones. Ha pasado los últimos 11 años de su vida cortando caña en el Ingenio Risaralda. Un trabajo duro con el que mantenía a su familia. Estaba entusiasmado e ilusionado con la idea de la huelga y se metió de lleno en la organización y la movilización. Sabía que era la única forma que los trabajadores tenían para que la empresa recapacitara, parara la persecución y se sentara a dialogar”, dijo Luz Omaira.

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