miércoles, 26 de noviembre de 2014

Colombia: colonialismo y consumo siglo XXI

Modelo societal periférico, el colombiano, con total ausencia de proyecto propio. Sus consecuencias son múltiples. Este artículo describe la tendencia creciente del consumo de importados en la canasta de los hogares colombianos en lo transcurrido del siglo XXI. Gana espacio el consumo suntuario de lo importado. La oligarquía derrochando los ingresos fruto del esfuerzo de las mayorías.
En pleno siglo XXI, como una maldición, tres siglos de dominio colonial (ver cuadro Mentalidad...) continúan atormentando el espíritu de la sociedad colombiana, tanto en sus condiciones de producción como de reproducción cotidiana.

Una maldición, que ante la ausencia de un proyecto de país con piso y proyección soberana, pareciera no tener fin. En efecto, en lo corrido del siglo XXI, sobre la base de un modelo de desarrollo expoliador, extractivo y excluyente, la economía colombiana registra un crecimiento acelerado cuyos frutos son apropiados y concentrados por la oligarquía rentista y el Estado parasitario.

Nuevos ricos
Así lo confirman los datos. En el período 2000-2014 el Producto Interno Bruto (PIB) nacional se multiplicó por cuatro. En estos años, la población creció de 40 a 48 millones de habitantes, y la dinámica de la economía lo hizo a un ritmo superior, permitiendo que el ingreso por habitante creciera de US $ 2.588 en el año 2000 a US $ 7.814 en 2014 (cuadro 1), lo que, como todos sabemos es un indicador mentiroso pues la redistribución no es así de equitativa.

También hay otros incrementos. El gasto anual del consumo final de los hogares para el 2014 asciende a 456.776 miles de millones de pesos, esto es, 3,2 veces más que 14 años atrás. El Estado, de igual manera, aumenta en forma más acelerada la apropiación de la riqueza anual generada por el trabajo colombiano, mediante continuas reformas tributarias que elevan los impuestos al patrimonio, a los ingresos y al consumo (IVA), limitando gravemente la capacidad efectiva de compra de las familias, en particular la clase media, de manera que el 28% del PIB ahora está controlado directamente por el Gobierno. Las ganancias de los empresarios igualmente son crecientes. En contraste, el ingreso de los trabajadores perdió participación en la apropiación del valor agregado nacional: a principios de la década de 1980 apropiaban el 44% y actualmente solo el 32%, es decir, en las tres últimas décadas los asalariados perdieron 12 puntos en la participación de la riqueza producida anualmente en el país, bien por caída en los salarios o por desplome del trabajo asalariado (remplazado por formas precarias e inestables de trabajo, esto es, la diversidad del rebusque o informalidad: microempresarios, cuenta propia, trabajadores familiares no remunerados, etc.).

Hay más. En la estructura de la demanda final interna, el consumo total de los hogares perdió 10 puntos de participación porcentual al pasar de 68,5% en el año 2000 a 58,2% en 2014. El crecimiento acelerado de los gastos del Gobierno y de la formación bruta de capital (acumulación del capital), en detrimento del aumento en el consumo final de los hogares, explica este comportamiento (gráfico 1).



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