lunes, 22 de septiembre de 2014

Reflexión acerca de la partida de Sergio Urrego


Relatar lo sucedido con Sergio, joven estudiante de bachillerato, que en sus 16 años supo lo que muchas hemos vivido en las aulas –léase Jaulas- que conforman el sistema educativo colombiano: Represión, autoritarismo, persecución, frustración, discriminación y adoctrinamiento.

Sentimientos que se naturalizan al entrar en contacto con una masa inerte de “formadores de pensamiento”: Profesores y directivas de colegios que se crean pensando en estructuras dogmáticas y retrogradas, que enfatizan en la inserción de las personas en un sistema despreciable, más cercano a la tragicomedia que al orden y respeto de valores que dicen promulgar.

Este escrito más que un homenaje a Sergio es una muestra de solidaridad con todos aquellos Sergios a lo largo del sistema educativo colombiano, que sufren en el día a día la estigmatización y la represión por parte de autoridades incompetentes y disfuncionales, que recuerdan más a personajes de ficción o de esas estupidez comedias gringas, que a personas de carne y hueso que han vivido un proceso de formación en pedagogías y que seguramente alguna vez soñaron con un mundo distinto del que están creando.

Lamentablemente tiene que haber muertos para que se pongan en palestra pública, y con esto me refiero a los grandes medios de comunicación y el papel de la educación en una sociedad, de cómo la educación actual deforma mentes y conduce a un status quo de miseria y frustración a las jóvenes que piensan distinto, y no solo por tener una preferencia sexual diferente, sino porque su misma forma de pensar y ver el mundo es diferente, no conocimos a Sergio, pero a lo largo de nuestra experiencia hemos conocido a personas igual que él, personas que se rebelan ante la autoridad, esta vez en forma de sociedad Patriarcal y Machista, pero que también y en consecuencia se rebelan contra un sistema educativo autoritario, que con sus manuales de convivencia, que no son concertados de forma colectiva sino totalmente impuestos, condena una muestra de amor, o en el peor de los casos de pasión o gusto de dos jóvenes que exploran como todas exploramos en esas épocas nuestra sexualidad, porque creemos o vamos entendiendo en el camino como esta sociedad impone, sin consultarnos el gusto que tengamos por una persona, cosa o actividad.



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