viernes, 24 de enero de 2014

2014: los dilemas de la izquierda colombiana ante la profundización de la guerra sucia

Todo indica que el 2014 será un año negro para los movimientos populares desde el punto de vista de la represión. Empezamos con asesinatos, desapariciones, arrestos masivos y selectivos, amenazas paramilitares a los miembros de organizaciones políticas de oposición como Marcha Patriótica, la Unión Patriótica y el Polo Democrático Alternativo, así como a organizaciones sociales campesinas, comunitarias, de mujeres, indígenas, etc. Desde Nariño hasta el Atlántico, pasando por Caquetá, Tolima, Chocó y mil rincones, todo el territorio colombiano se empaña de sangre y terror. Esto, de la mano del aumento de la militarización de los territorios y de incesantes bombardeos contra-insurgentes.
 Tres hechos fundamentales convergen en el 2014 para que la maquinaria de muerte y terror del Estado esté bien aceitada y trabajando a todo vapor. Primero, que este es un año electoral. Segundo, que es un año clave para el proceso de paz. Tercero, que será un año de renovadas protestas sociales ante el incumplimiento de los acuerdos con los movimientos sociales por parte del gobierno tras los formidables paros del 2013. La crisis económica y política se agudiza, el pueblo no aguanta más, y el gobierno lo único que sabe hacer es mentir, prometer y reprimir. La represión será mediante los cuerpos represivos oficiales del Estado, pero también por las fuerzas de ese “Estado profundo” que golpea desde la obscuridad. 

 Es importante que la izquierda, que el movimiento popular, que el movimiento de solidaridad internacional prevean estos escenarios de terror y muerte. Es necesario sacar conclusiones y ver qué sigue para delante. ¿Cómo oponerse a esta maquinaria de muerte, más allá de las rutinarias demandas -al mismísimo Estado que orquesta la represión oficial y paraoficial- de garantías para la oposición y el ejercicio de los derechos políticos para todos los ciudadanos? ¿Cómo rodear los diálogos de paz sin caer en dar un cheque en blanco desde el pueblo a un gobierno cuyas manos están untadas de sangre? ¿Cómo lograr la unidad de los sectores populares sin reproducir todos los vicios de la vieja política, el clientelismo, el verticalismo, las roscas, que son transversales a todos los partidos tradicionales y, lamentablemente, infectan también a un sector de la izquierda institucionalizada? Preguntas nada fáciles pero urgentes en la actual coyuntura.

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