lunes, 20 de agosto de 2012

¿Donde está Kropotkin cuando más lo necesitamos?


El 8 de febrero de 1921, 20 mil personas, haciendo frente a las bajas temperaturas que no consiguieron congelar los instrumentos musicales, acompañaron el cortejo fúnebre en la ciudad de Dimitrov, un suburbio de Moscú. Se reunieron para presentar sus respetos a este hombre, Petr Kropotdin...

El 8 de febrero de 1921, veinte mil personas, haciendo frente a las bajas temperaturas que no consiguieron congelar los instrumentos musicales, acompañaron el cortejo fúnebre en la ciudad de Dimitrov, un suburbio de Moscú. Se reunieron para presentar sus respetos a este hombre, Petr Kropotdin, y a su filosofía: el anarquismo.
90 años después pocos se acuerdan de Kropotkin, y la palabra anarquismo ha sido despojada de su verdadero sentido, llegándose a equiparar con el caos y el nihilismo. Es algo inaceptable, tanto para el hombre como para la filosofía que él desarrollo. Tiene mucho que enseñarnos en este 2012.
Me sorprende que Hollywood aún no haya descubierto a Kropotkin, pues su vida bien podría ser llevada a la pantalla. Durante toda su vida luchó contra la pobreza y la injusticia. La lucha política y el trabajo científico caracterizó buena parte de su existencia.
Su lucha contra la tiranía fue motivo para ser encarcelado en Francia y en Rusia. La primera vez que fue encarcelado en Rusia, se produjo una amplia protesta mundial que consiguió su liberación. La segunda vez logró huir del país gracias a una espectacular fuga. Al final de su vida, de vuelta a su país natal, Rusia, apoyó con entusiasmo la caída del zar, pero también condenó los métodos autoritarios y violentos de Lenin.
En la década de 1920, Roger N. Baldwin resumía así a Kropotkin:
“La mayor parte de las personas que conocen a Kropotkin hablan de él como de la persona más noble que han conocido. Oscar Wilde dijo que era uno de los pocos hombres realmente felices que había conocido en su vida… Dentro del movimiento anarquista encontró un profundo afecto -NotrePierre, le llamaban los obreros franceses. Nunca asumió una posición de liderazgo, sin embargo, destacaba la fuerza moral de su personalidad y su amplitud intelectual. Combinaba la extraordinaria calidad de su carácter con una mente aguda y un sentimiento social apasionado. Su vida dejó una profunda impresión en el mundo científico, en el movimiento revolucionario ruso, en los movimientos radicales de todas las escuelas, y en el mundo literario, poco preocupado por la ciencia o la revolución”.

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